¿Tenemos que esperar 20 años para encontrar el sentido de los consejos que nos dan nuestros padres?
La experiencia que tenemos nos ayuda a evaluar los riesgos en cada decisión a tomar en cualquiera de los planos de la vida; sabemos qué actitud tomar para enfrentar un problema y qué soluciones tenemos disponibles en nuestro arsenal laboral y de vida (ganado a pulso, por cierto).
Lo que sí es un hecho, es que la experiencia se va adquiriendo poco a poco; pero sí es importante que tanto los seres queridos, como los empresarios, sepan dar las oportunidades debidas y entrenamiento a las personas jóvenes que se van abriendo camino por la vida.
Ahora, también es cierto que cuando se tiene experiencia, se pueden realizar las actividades mucho más rápido; pero también existe el riesgo de dar espacio a necedades o decisiones erradas.
Básicamente lo que los empleadores deben tener en cuenta al momento de contratar a talentos humanos jóvenes, es su actitud, así como buenas referencias (en el caso de ser el primer empleo -las escuelas, profesores o alguna institución a la que presentaron sus servicios sociales y profesionales- sirven de mucho).
No hay que olvidar que se debe tener cuidado en la contratación e inducción, pues las empresas deben evitar riesgos de pérdida de tiempo y dinero cuando se contrata al personal incorrecto (para ello se requiere de reclutadores hábiles).
Se asocian a la juventud valores positivos como; fuerza, empuje, motivación, por lo que la juventud solo requiere credibilidad, confianza y apoyo para impulsarlos.
Y los valores negativos, como: imprudencia, impaciencia, negligencia, entre otros. Sin embargo, éstos pueden padecerlos cualquier empleado de cualquier edad. Existen puestos de trabajo acordes a la edad, y mucho tiene qué ver la lógica de cada persona, así como su inteligencia emocional. Los jóvenes aportan grandes hazañas a las organizaciones, pero las personas mayores, suman hazañas con grandes experiencias y aprendizajes.