En las escuelas generalmente se les proporciona orientación vocacional a los estudiantes a través de procesos psicológicos y pedagógicos teniendo en cuenta las habilidades, tipos motivacionales, aptitudinales y actitudinales, y es de esta misma forma que entra en escena la grafología, pues a través de ella es posible maximizar la aproximación de la persona hacia su camino profesional analizando rasgos de personalidad que ayudan a detectar sus competencias vocacionales.
¿Y cómo me decido para estudiar tal o cual carrera? Está claro que van a intervenir los gustos y preferencias del estudiante, sus motivaciones, habilidades, así como la influencia externa de su entorno (desde familiar, amistoso, laboral, la economía, la sociedad) pero es precisamente a través del análisis grafológico donde se va a determinar para qué es apto. ¡Incluso puede haber habilidades mixtas o polivalentes!
Frecuentemente el estudiante entra en duda si seguir la línea profesional familiar (desde el abuelo hasta los nietos han sido de la rama de la abogacía, o la medicina, la economía, etc.) y en ocasiones por no disgustar a sus padres y a la familia deciden estudiar algo que no los llena lo que traerá consecuencias de frustración en el desarrollo personal y por supuesto un posible mal desempeño en la profesión equivocada.
Es importante orientar y dejar decidir al estudiante, pues hay que tener en cuenta que cada ser humano es autónomo, libre y deseoso de éxito.
